Le quotidien mexicain Milenio publie une intervention d’Antulio Sánchez inspirée par l’analyse de la signification socio-politique des tweet clash du sociologue Antonio Casilli, auteur de Les liaisons numériques. Vers une nouvelle sociabilité ? (Ed. du Seuil).
El debate electoral y las campañas fueron seguidos por miles de usuarios de las redes sociales que apoyaron a sus respectivos candidatos. Pero a lo largo de las semanas de campaña sobresalieron los ríspidos intercambios entre usuarios, propios de lo que se designa como los tuit clash, un fenómeno caracterizado por la confrontación de las personas en Twitter y que sube de tono en cuestión de minutos.
El tuit clash es un fenómeno en donde se mezclan actitudes ancestrales de las disputas humanas. Para Antonio Casilli (www.bodyspacesociety.eu/) este fenómeno es la continuación de una vieja práctica con nuevas interfaces. Ya en el pasado se conocieron en internet los flame wars. Esto fue propio de la última década del siglo XX, cuando en los foros de Usenet un usuario lanzaba un mensaje provocativo o abordaba un tema polémico que se hacía con el fin de generar discusión, y daba paso a respuestas insultantes. A diferencia del pasado en donde se argumentaba con intercambio de respuestas extensas, que incluso podían durar semanas o meses, hoy en las redes sociales son mensajes cortos y de poca duración.
En México hemos visto en estos días, y semanas atrás, que un sector de usuarios se embarca en una participación apasionada en las discusiones políticas, en donde los consabidos bots y troleros pasan a ser parte del coro que da vida a una especie de tragedia griega.
Lo importante de lo que refiere Casilli, y a la luz del entorno poselectoral que vivimos, es que las democracias contemporáneas se basan en la idea de consenso, en los acuerdos y diálogos razonados. Pero desde su punto de vista los tuits dan paso fácilmente a la confrontación, derivado de que las personas buscan, a través de la expresión de sus pasiones personales y políticas, convencer a otros de los méritos de sus posiciones o creencias.
Todo eso, por lo tanto, da lugar a una manifestación de desacuerdos que tiende a potenciarse con los hashtag, que lo mismo ayudan a describir temas que a generar adherencias, reforzar una postura o destacar atributos políticos. Pero al final el reenvío de los mismos sirve para avivar y multiplicar la disputa o confrontación, y en donde se percibe que el convencimiento arrolla cualquier ingrediente de razón y se nutre gracias a una cascada de dogmas.